En algún lugar de Varsovia, (Polonia) 02:00 de la madrugada.
-Bien, eso es... abre los ojos.
-Ya despierta, jefe; maldito hijo de perra, mírele, parece un crío.
-Así... así. Eso está mejor... empieza a recobrar la consciencia... venga incorpórate. Comenzaba a dudar si me había pasado con la jodida droga. Necesité una buena cantidad para doblegarte. No veas, aquellos tipos del bar acabaron en el hospital. Menos mal que al final la botella de vodka hizo su trabajo. Digamos... que allí metí el dopaje. Te fiaste de mí y del camarero. Pobre ingenuo.
-Mmn...
-Minka, trae un poco de agua.
-Sí, jefe.
-Usted, Konrad, ni se le ocurra mover su asqueroso culo de la ventana. Atento a la entrada.
-De acuerdo, señor Kozlov. Por ahora la calle está tranquila.
-No creo que nuestro amigo se atreva a contrariarnos; ¿verdad, señorito Slater? Ya sabes de lo que soy capaz.
-Mmm...
-Por tu bien, espero que así sea. Ahora voy a quitarte la cinta de la boca. No quisiera dispararte en la otra pierna, así que ni se te ocurra alzar la voz; ¿estamos?
-Señor, el vaso de agua que pidió.
-Gracias Minka, Glup, glup, ahhh. Qué sed tenía. ¡Oh! vaya, pensabas que el agua era para ti. Bueno, quizá si me cuentas lo que quiero oír te traiga agua, puede que incluso te traiga algo de comida, ¿entiendes?
-Mmm...
-Supongo que eso es un sí. Bien; aguanta un poco... ahora te voy a...
¡Ras!
-¡Ouch!
-Sí señor, puedo haberlo hecho mil veces pero siempre con el mismo resultado; suele escocer un poco, ¿verdad? Vale vale, no me mires así fiera. Puesto que ya nos hemos conocido en el bar, no hacen falta presentaciones. Sabes que no me gusta andar con mariconadas. Soy un hombre serio, y siempre consigo lo que quiero. La paliza que te hemos dado antes no ha sido nada comparado con lo que tenemos preparado si no hablas. A mis hombres se les van las manos a veces. Señor Konrad, acérquese. Mi último fichaje. Se ha incorporado hará un par de horas al grupo... Digamos que es mi guardaespaldas en esta fría ciudad. No le subestimes, este capullo es capaz de matar a su abuela con tal de cobrar por su trabajo. A ti te despellejaría con sumo gusto, te cortaría los huevos y después te metería por el culo el escroto si yo se lo pidiese. Así que... ya sabes. No se te ocurra abrir la puta boca a no ser que yo te lo pida.
-...
-Veo que lo has entendido. Si te comportas y pones de tu parte, puede que te suelte las manos. Puede incluso que te deje ir al baño. Sé que es algo incómodo pasar diez horas pegado a esa silla, atado de pies y manos, meándote encima, pero créeme, no quiero matar a nadie, no, todavía no. Pero si desobedeces mis órdenes e intentas huir o hacer alguna otra estupidez, lo lamentarás. No me conformaré con pegarte otro tiro en la otra pierna. Será mucho peor. Sé que eso te duele como a cualquier mortal. ¿Sabrás comportarte?
-Chup...
-¿Ohhh? Eso es justamente lo que no deberías hacer. Nunca podré acostumbrarme a los escupitajos, es algo que detesto. ¡Minka!
-Jefe.
-Ya sabe lo que debe hacer.
-Sí. ¿Qué te ocurre, idiota? ¿es que no tuviste suficiente? ¡Plas! ¡Plas! ¡tap!
-Hijo de perra, no es suficiente. Ni se inmuta. ¿Señor...?
-Tráeme la sal. Ahora verá este capullo.
-Ouch... oh... Jesús...
-¿Te duele la pierna, cabrón? ¿te duele ahora?
-... Hijo de... ohh, Dios...
-¿Ves estos alicates? ¿los ves, paleto? ¿Adivinas que voy a hacer con ellos?
-Ahg... la uña, puto cabrón.... la uña...
-¿Vas a hablar? ¿vas a abrir tu jodida boca? ¿Quieres que te dispare en la polla?
-Maldito... oouh... ¿Qué...? ¿Qué coño quieres de mí?
-Ya responde... Bien, en ese caso guardaré la compostura y la educación. Espero que ahora estés más receptivo... No podrás negar que perder las uñas de un tirón es tremendamente doloroso, por mucho que los de tu calaña digan que no sienten dolor. Estarás de acuerdo conmigo en que esas balas no te hacen demasiado, son como arañazos; ¿no es cierto, señor Slater?
-No sé... no sé de que me hablas... Ouch... uf...
-Je. ¿Habéis oído? ¿Escucháis chicos? Ha perdido dos litros de sangre y sigue en pie, como si nada, tan sólo unas magulladuras, ¿pretendes engañarnos? ¡Ahora va a resultar que nos hemos confundido de hombre! Vamos a ver, maldito hijo de puta; dame una sola razón para demostrarme que no he secuestrado al tipo equivocado. Dime que eres humano y te dejaré marchar, demuéstramelo. Házmelo creer.
-¿Qué... qué quieres decir...?
Chas. Chas... ¡Ras!
-¡AAAGGGG! ¡Hijo de puta! Dios... aggg...
-Dime cómo te llamas, cabronazo, o arrancaré de cuajo el pellejo de tu polla con los alicates y te lo haré tragar, ¿me entiendes?
-Eso, dile cuál es tu nombre, maldita perra americana.
-¿Mi nombre...? Ugg...
-Slater; ¿no es así?
-Sí.
-Eugenio Slater... ¿sí?
-...
¡Ras!
-¡Joder! ¡Agg!
-Me estás cansando, voy a meter el cañón de mi jodida automática por tu culo lleno de mierda y vaciaré el cargador entero si no me dices cómo cojones te llamas, ¿Está jodidamente claro? Se acabaron los buenos modales, cabronazo hijo de hiena. Minka, echa sal en las heridas de sus dedos y trae ese puto paraguas, vamos a meterle el hierro en el agujero de la rodilla. Vamos a dejarle cojo de por vida.
-¡Eugenio!, soy Eugenio Slater, aunque ya nadie me llama así.
-¡Vaya! El maldito diablo ha decidido hablar.
-Quien sabe de mí sabe cómo me llaman: Ugen, así me llamo ahora. Soy de Arizona. Hace tiempo que dejé aquel lugar...
-Eso es, Ugen. Continúa.
-Se pronuncia Ugen. Ugen con "y" latina. Ugen... Ouch...
-Bien, mamonazo. Ahora que sabemos que eres el tal Ugen de Arizona, vas a contarnos qué cojones eres en realidad; ¿entiendes? Sabemos que no eres un simple humano.
-¿Cómo...? ¿Qué soy?
-No te hagas el tonto, Ugen. Te seguimos la pista desde que decidiste abandonar París. Hemos estado pegados a ti en todo momento. Huelo tu culo desde hace meses. No puedes engañarme.
-¿Qué? ¿Entonces...?
¡Ras!
-¡Oh, Dios! ¡Aaarrg!
-Cuéntamelo todo. Dime... dime quién te hizo y te dejaré en paz.
-¿Quién me hizo el qué, joder?
-¡Responde al señor Kozlov, maldito cabrón!
¡Pam! Plas!
-No hace falta que le pegues más, Minka. Por su bien nos contará lo que necesitamos saber. Por el bien de sus amigos... de sus familiares. ¿Verdad, Ugen?
-Mi familia murió hace años, capullo... No tengo a nadie. Uff... Dudo que puedan hacer daño a alguien... ouch... me las vas a pagar hijo de puta...
-¿Pagártelas? ¡Ja, ja, ja, pequeño bastardo! No me hagas reír. Tengo a la guarra de pelo negro atada en una silla como ésta al otro lado del Atlántico. Una llamada... solamente una llamada y mis pequeños ahijados norteamericanos la pegarán un tiro en la cabeza a tu putita. Y no sólo eso, enviaré su preciosa cabeza a sus padres con una nota clavada en su frente de tu parte, aclarando que decidiste cargártela porque era una puta que cambiaba mamadas por coca. ¿Te parece buena idea o quieres hablar con la señorita Dalena por teléfono? ¿Necesitas pruebas, Ugen?
-No joder...no. Ni se te ocurra tocarla, capullo.
-Bien. Pues cuéntame todo. Cuéntame tu historia, maldito demonio. Pero cuéntamela desde el mismo momento en el que naciste por segunda vez. Mejor aún... cuéntame qué ocurrió para que nacieras de nuevo. Habla y soltaré a la puta para que pueda volver a chupártela. Tienes mi palabra de ruso, diablo de mierda.
CRÓNICA PÚRPURA.
Capítulo primero: Sangre en Arizona.
Navidades del año 1963. San Tan Valley, Arizona. Estados Unidos.
Las cosas estaban difíciles por aquella época. A decir verdad, estaban demasiado complicadas. No había mucho trabajo, la puta crisis del '62 acojonó a los americanos. La bolsa se resintió, y con ella, la economía. Fidel y el asunto de los misiles calaron hondo en la mente de los ciudadanos, en la solvencia del país, y aunque Kennedy hacía todo lo posible para sacar adelante a la madre patria y luchar por ganarse la confianza del resto de mandatarios, éste no lograba mucho, la verdad sea dicha. Tuvieron que pasar unos años para que la cosa se apaciguara... para que todo volviera a ser normal. Mientras tanto, mientras que muchos disfrutaban de privilegios, familias bien sobre todo e hijos de militares importantes y gente del estado, la mitad del país lo pasaba jodidamente mal. Pasaban hambre, joder. Yo era uno de éstos estos últimos de la lista. Menos mal que teníamos el campo... Teníamos la granja.
Crecí en Casa Grande, no muy lejos de donde ahora nace la autovía 10. El rancho estaba a medio camino de San Tan Valley, en plena llanura. No recuerdo bien a mis padres, murieron cuando yo era un niño... tenía tres años si no me equivoco. Mis tíos cuidaron de mí, me adoptaron... Crecí comiendo mazorcas de maíz, trabajando en el campo, cuidando de mis pequeños primos y disfrutando de la amada Arizona. Oh, Dios... Arizona: tenemos el Gran Cañón de Colorado. Joder, es lo más bonito que he visto en mi vida.
Tenía veintiocho años. Veintiocho; ¿comprendes? Un hombre joven, un tipo de pueblo. No había salido nunca del condado. No conocía nada, tan sólo tierra árida, cactus, montañas y granjas. Un paleto, un jodido paleto... Un vaquero de la llanura. Eso es lo que era. ¿Quieres saber qué coño pasó para que ahora me encuentre en el viejo continente? ¿En serio deseas conocer mi historia y saber cómo he llegado hasta aquí...? ¿Cómo he llegado al año 2011 sin apenas envejecer? ¿es eso lo que deseas, verdad? ¿Deseas lo mismo para ti, para los tuyos, no es así? ¿Deseas mi eternidad? Sí... por eso me buscas, por eso me sigues. Quieres saber quién me convirtió para que lo haga contigo.
Eternidad... Podemos llamarlo así. Podemos llamarlo con ese nombre. Un no muerto... ¡Ja! La verdad, esta puta maldición no tiene fecha de caducidad, al menos no en unos cuantos siglos. No es como el yogurt de frutas, el cual se corrompe a los pocos días de salir de fábrica. Yo no me caduco. No me estropeo. No... ¿me hago viejo? Eso no ocurre en mi caso. Pueden cortarme los miembros, dispararme, clavarme un hacha en la cabeza... pero jamás moriré mientras la puta maldición camine conmigo; no mientras la sangre del mismísimo diablo corra por mis venas. No mientras tome la sangre de los mortales.
Contraje esta mierda allí, en mi propia casa. En la granja de tío Ackley. Aquella cosa entró en la jodida vivienda, aguardó a su presa escondida dentro del rancho.
Veníamos del entierro de mi tía, la esposa de Ackley. Era de noche... joder; hacía un frío de un par de huevos. No suele llover en Arizona, pero casualmente, para dos o tres días que llueve al año en el estado, tuvo que suceder en esa marcada fecha. Puff... Aquel día cayeron chuzos de punta. Recuerdo que aparqué a la entrada, junto al establo. El lugar era una pocilga, estaba todo embarrado... Jesús, lo recuerdo como si fuera ayer. Tío Ack estaba como una cuba. Llevaba borracho todo el día. Desde que decidió delegar el puesto a su hijo y abandonar las tareas de capataz en la granja por una acusada dolencia de espalda, el viejo no volvió a ser lo mismo. Siempre tomaba cervezas pero, joder... ¡la virgen!, Ackley terminó bebiendo botellas enteras de Whisky en tan sólo una jornada. Estaba para el arrastre y para colmo la muerte de tía Rachel le había derrumbado por completo. Pobre...
Decidí quedarme con él dentro de la vieja Suburban del '59. Envié a mi primo al carajo, veníamos discutiendo todo el camino. Parkin me insultó y decidió entrar a casa primero, yo aproveché para decirle cuatro cosas a mi tío. Estaba harto de verle así. Necesitaba hacerle ver... necesitaba devolverle a su vida. Era un alcohólico y no soportaba verle así. Mal hecho. La jodí. Dejé que mi primo entrara solo a la casa.
-¿Qué coño ha sido...?
Escuché un grito. Dios... salí corriendo del vehículo y corrí hasta la vivienda. Me caí al suelo, me puse de barro hasta arriba.
-¡Por Dios Santo! ¡Primo!
La puerta estaba abierta, las luces dadas, la lluvia entraba por la ventana que estaba abierta de par en par. Llamé a Parkin y no respondió. Jesús... mi primo era un auténtico gilipollas, siempre me la jugaba. Era un puto bromista. Un estúpido. Pero; ¿Cómo me la iba a pegar en un día tan marcado? Estaba enfadado conmigo... No: Parkin no tenía cuerpo para bromas aquella maldita noche.
-¡Parkin! ¡por el amor de dios!
Estaba tumbado en su cama, allí, encima del colchón. Extendido y abierto de piernas. Su madre... tenía los pantalones bajados y... uf... y la pierna, la pierna repleta de sangre. Joder... todo el colchón, el suelo... la totalidad del antro estaba repleto de sangre. Se había desangrado.
-¡Primo! ¡Dios! ¿Qué...? ¿Qué diablos ha pasado?
No respondía. Estaba... estaba muerto. No respiraba. Le toqué la cara y la cabeza se giró. Se precipitó al suelo. Le habían decapitado. ¡La cabeza rodó por la tarima cómo si fuera una pelota! Dios Santo, alguien se la había arrancado. Un corte preciso, limpio.
-Parkin...
Su rostro amoratado parecía tener vida. Aquellos dos ojos azules, perdidos en la muerte daban la impresión de vigilar mis movimientos desde aquel rincón de la alcoba.
-Primo...
Tres minutos. Tres jodidos minutos desde que le escuché gritar. Maldita sea, no llegué a tiempo. Le habían desangrado en tres minutos de mierda. Le habían decapitado y yo... Yo discutiendo con Akcley. Luego me di cuenta; aquella cosa le mordió en la entrepierna. Aquella monstruosidad se alimentó de su sangre. Lo supe porque ella lo intentó después conmigo. Ella era... era...
-Af... af... af...
La escuché respirar. Parecía un animal sofocado.
-¿...?
Estaba allí, aguardándome. Me esperaba.
-Oh, mierda...
Entonces me habló. Estaba en la habitación. No había huido. Se encontraba detrás de mí. Joder, no la vi al entrar, no sé cómo pude ignorar su presencia...
-Hola -me dijo con voz trémula y entrecortada.
-¿Qué...? ¿Qué diablos eres...?
La verdad, me meé encima. Por poco no me cagué en los tejanos azules. Era una mujer. Una mujer bella. Alta, rubia... preciosa. Estaba desnuda. Dios... aquellos ojos grises de mirada radiante me entretuvieron lo suficiente como para no dirigir la vista a sus aptitudes... a sus voluminosos senos. Es como... no sé... debió hacer algo porque... uf... me sentí completamente perdido, confuso. Parecía un sueño, una maldita pesadilla. No me importó verla cubierta de sangre, de la misma que poco antes corría a través de las venas de mi pobre primo. Aquella mujer... aquella maldita bastarda le había chupado toda. Le había dejado seco y yo no era capaz de apartar la mirada de su sensual silueta femenina. Estaba anonadado, confuso... Hipnotizado.
-¿Es...? -se colocó su larga melena, la dispuso tras la espalda, mostrando con ello la totalidad de su pecho. No me apartaba ojo; alcanzo a recordar que incluso me sonreía. Titubeó al preguntarme -¿Era familia tuya?
-Sí -lloré-, era... es... es mi primo. Está muerto. ¿Por qué motivo lo has...?
Creo que soltó una leve risotada.
-Es una lotería -respondió, con aquel tono áspero y extraño. -Esto funciona así. Lo siento de verás. Estoy de paso y... tenía hambre.
-Pero... ¿de qué diablos estás hablando? ¿Hambre...? ¡Estás loca!
-Ahora voy a marcharme -continuó, acercándose a mi posición. -No intentes nada. Te mataré si me tocas. He quedado saciada, así que perdonaré tu vida. Tienes suerte de que me resultes atractivo, mortal, no suelo toparme con chicos tan guapos.
Recuerdo que me besó en la boca. Un húmedo y helado beso.
-Hija de... ¡No voy a dejarte!
Me retiré echándome para atrás unos pasos. Luego la extraña mujer salió corriendo. Se fue al igual que vino. Salió de la habitación y yo no pude ni moverme. Estaba allí, inmóvil, sin fuerza alguna para poder reaccionar. Me quedé contra la pared, llorando al igual que un niño.
Aquella zorra no iba a ir muy lejos, al menos no sin antes encontrarse con el tío Ackley. Él subía por las escaleras y se cruzó con aquella cosa. Debió hartarse de esperar en el furgón. Fue en el encontronazo, y tras el insulto de Ack cuando yo pude despertar de aquel extraño aturdimiento. Entonces corrí. Salí al hall y me lancé escalones abajo, en ayuda del que fuera mi tutor. La mujer le sujetaba por el cuello, le zarandeaba al igual que un monigote. Ackley iba armado, siempre llevaba consigo aquel viejo revolver que mi abuelo le regaló en su lecho de muerte.
-¡Suelta a mi tío, maldita zorra!
Aquella extraña gritaba al igual que un cochino. Estaba loca y poseía una fuerza tremenda; incluso el rudo de mi tío no lograba reducirla. La agarré por la espalda, le tiré del pelo y conseguí que Ack se librara del abrazo de aquella enferma. El pobre, con el impulso, rodó escaleras abajo. Se cayó de espaldas y chocó contra el aparador de la entrada. Pensé que había muerto en el golpe.
-¡Te dije que me dejaras marchar, endeble mortal!
Consiguió darse la vuelta. No sé que ocurrió después... no consigo recordar bien aquel instante, aquellos minutos tras... tras el mordisco.
-¡Agggg!!! ¿Pero qué cojones...?
Me propinó un fuerte mordisco en el brazo, a la altura del radio. Pensé que me lo había arrancado de cuajo. Entonces me caí de culo contra el entarimado. Sangraba a rabiar, demasiado para una herida de tales características. Levanté la vista en un instante de lucidez soportando aquel tremendo y punzante dolor, logrando ver cómo aquella mujer era alertada por la voz de Ack. Husmeó el aire, fijó la vista en mi tío y luego saltó los trece escalones que le separaban de la puerta para huir hacía la jodida libertad. Pasó por encima de Ackley veloz como un rayo. Alcancé a ver a mi tío, era un hombre fornido, más bien obeso con aquellos cincuenta y muchos años. Su mullido cuerpo le valió para soportar la caída. Aquejándose e insultando barbaridades por su boca, se puso en pie valiéndose de un estante.
-Tío... tío Ack...
-Tranquilo Eugenio, mataré a esa pirada.
Escuché varios tiros. Supongo que disparó desde la puerta. El valiente de Ackley salió entonces en busca de aquella tiparraca. Gritaba como un poseso, le llamaba. Le decía: Zorra, maldita zorra. ¿Dónde andas, hija de Lucifer? Al poco se repitieron dos o tres disparos más. No sé... no sé cuánto tiempo transcurrió. No podía dejar que mi tío muriera a manos de aquella cosa, así que hice un esfuerzo sobrehumano en medio del delirio y conseguí ponerme en pie. Descendí los escalones a trompicones. Salí al porche y contemplé como Ack corría en pos de aquella bestia inmunda. Llovía y era de noche, pero aún así pude contemplar la silueta de mi tío deslizándose a través del embarrado.
-Tío... No.
No puede dar un paso más, estaba agotado. La herida no paraba de sangrar y me acusaba un mareo que nunca antes había padecido. Sí... era algo, como una droga. No había sufrido nada similar en el pasado.
-¡Quieta, loca! -Ackley gritó en medio de la oscuridad. -¡Arriba las manos!
Entonces, poco antes de caerme al suelo pude ver como Ack perdía la vida. Jesús... aquel ser, aquella mujer regresó a por él. Atravesó el sendero y llegó hasta Ackley en décimas de segundo. Treinta metros en un suspiro... Vi el fogonazo de otros dos disparos, deslumbraron en la oscuridad al igual que los relámpagos. Las balas volaron al aire. Aquella cosa... la mujer gritó de forma estridente. Actuó rápida. A mi tío no le dio tiempo ni a responder. No gritó tan siquiera. Aquella mierda le quitó el revolver de un manotazo, lo lanzó lejos y luego... Luego agarró las manos de Ackley, y en un movimiento semejante a una brazada le arrancó de cuajo los brazos... Dios, se los sesgó a la altura de los hombros. La sangre voló hacia todos los lados. Joder, llovía sangre, llovía la sangre de mi pobre tío. Después aquella tipa me miró desde la lejanía, me dedicó una mirada fría clavando sus dos ojos rojos en los míos. Sulfuraban... eran dos pozos de fuego y odio. Aquellos brillaban en la oscuridad... ya no eran grises... eran los ojos del diablo. Apartó su vista de mí y luego mordió el cuello de Ack. Zarandeó su cabeza de lado a lado en un gorgoteo de sangre y berridos hasta que la loca sentenció su alma. Le destrozó... consiguió separar la cabeza del tronco. Aquella cosa desmembró a mi tío delante de mis jodidas narices. Luego salió corriendo de nuevo hasta perderse en la oscuridad de la noche.
-Joder vaquero, menuda pesadilla. ¿Estáis al tanto, muchachos? Qué más...
-Fue al amanecer. A la mañana siguiente descubrí que no había sufrido una maldita pesadilla. No lo fue. Fue real.
-Vale, paleto. Sigue. Dime qué hiciste... Ilumina mi incredibilidad.
-Descubrí que había cambiado... me di cuenta de que ya no era el mismo, que ya no era lo mismo. Enfermé. Tomé contacto con... con aquello que rondaba por mis venas. Estuve horas padeciendo unas terribles visiones. No sé de qué manera alcancé la cama. No lo recuerdo pero... sé que subí hasta la habitación. Devolví sangre. Me dolía el cuerpo. Me rompía por dentro. Jesús... sufría visiones mientras me desangraba. Veía a la mujer por todas partes. Tan pronto estaba a mi lado como fuera de la vivienda, al lado de la ventana. Soñé que yo mismo devoraba a mi primo... a mí tío. Joder, soñé con mi pobre tía. Abría la tumba y... ¡y comía de su cuerpo! Primero chupaba su sangre, luego le arrancaba la cabeza y metía la lengua en la herida. Aspiraba... aspiraba sangre y restos de pútrida carne. Estuve en aquel estado al menos una semana. Día y noche. Toda una jodida semana tumbado en la cama con fiebre.
-Interesante, realmente interesante. Estabas convirtiéndote en un jodido chupasangre.
-Estamos confundidos... Joder que si lo estamos, siempre lo hemos estado. No os podéis imaginar lo que es esto. No sabéis lo que soy. El paso no es un camino de rosas. Esto no es un juego.
-Continua, cerdo americano. Sigue con la historia. ¿Quién era aquella mujer?
-Lo importante no es quién era, sino qué era. ¿Comprende, señor Kozlov?
-Necesito cerciorarme de su procedencia. No deseo estar confundido contigo... ¿Entiendes, maldito capullo? He arriesgado mucho con todo esto. Te sigo la pista desde aquel suceso en el país galo. Dime, ¿qué ocurrió después? ¿Volviste a saber de ella?
-No. Mierda... los días posteriores a la muerte de mi familia fueron realmente jodidos. No volví a ver a aquel maldito demonio, tan sólo en sueños, ¡joder! Estuve... estuve clínicamente muerto. El veterinario que trabajaba con tío Ackley lo confirmo; mi corazón se detuvo a las 23:00 horas de un martes de febrero del 63. Él me sacó de la casa y curó mi herida.
-¿Y bien? ¿Entonces no mantuviste ningún tipo de vínculo con aquella cosa? ¿No regresó para morderte tres veces más?
-Por todos los demonios; regresé a la vida cinco minutos después de morir en aquel estado febril. ¡Qué coño tres veces! ¿Quién te ha contado esas estupideces? Maldito seas Kozlov, eso sólo ocurre en las películas, ¿De dónde has sacado esa gilipollez?
-Eso a ti no te importa, paleto.
-¿Qué es lo que sacas de toda esta historia? ¿Qué pretendes? ¿Pretendes dar con esa mujer para que te convierta? ¿Es eso lo que...?
-Eso no es de tu incumbencia, Ugen. Ella es vital para que salgas vivo de aquí, ese monstruo es la clave para que no me cobre la vida de tu muñeca pueblerina. Tú sigue con la historia y dime todo lo que sepas de esa maldición. Dime la verdad y tu putita de Colorado podrá contar a sus nietos que fue secuestrada a manos de unos mafiosos polacos cuando salía con un jodido chupasangre paleto y subnormal. Dame toda la información, joder. Dime dónde os soléis ocultar cuándo llega el día, cuántos sois...
-No lo sé, capullo. No lo sé.
-Eres un vampiro, deberías saber esas cosas, vaquero. ¡Habla!
-Tú eres un humano y no tienes ni puta idea de lo que está haciendo tu jodida mujer en este momento, gilipollas. Vampiros, chupasangres, íncubos... La televisión, el cine y la literatura se encargaron de engañar a los mortales. Mierda, estáis tan confundidos... estáis realmente confundidos, como lo estaba yo en su momento. Dejad de pensar en esa absurda serie de niñatos pijos y lobos enamoradizos. Dejad a un lado la historia de Stoker y de imaginar que un tipo como yo puede morir cuando se expone a la luz del sol. ¡Ja! ¡Qué absurdos sois a veces...! Pretendéis retener a un vampiro. Pretendéis regalar vuestra sangre a cambio de la inmortalidad. ¿Vampiro? ahora sí que me da la risa. ¡No! Aquella mujer era un demonio. Por Jesucristo, joder... vino desde el mismísimo infierno por mi sangre. Es un ser demoníaco, la hija del propio Satanás. Una humana hija del diablo. Otorga una larga existencia a cambio del alma. Te regala la vida eterna pero con ello te niegan las puertas al mismísimo cielo. ¿Escucháis lo que os digo? No hagáis caso a leyendas infantiles... la sangre que corre por mis venas es la de un diablo, la de un eterno inmortal. Yo sólo camino para arrebatar el bien de lo que queda de humanidad. Hago pecar a la mujer... la pervierto. Destruyo al hombre con los celos, le obligo a pelear... le llevo al borde del suicidio, a la locura. Asesina gracias a mi existencia. Estoy aquí para arrebataros las llaves del paraíso.
-Eres una criatura de la noche.
-No pertenezco a la noche, ni al día. No puede hacerme daño el sol porque tengo carne humana, piel humana, y mente humana. No pueden detenerme esos crucifijos que cuelgan de estas paredes ya que estoy bautizado e hice la comunión siendo un niño... Dios me aceptó en su seno, malditos gilipollas. Él no puede detenerme. Vago entre dos mundos. Arráncame las uñas de los dedos y de los pies; sí, duele, pero mañana estarán ahí de nuevo, maldito maricón ruso. Arráncame la polla como dices y métela por el culo si quieres, mañana al alba tendré una más grande en su sitio. ¿Y sabéis qué? ¿Sabéis lo que sí puedo hacer? ¿Sabéis lo que es cierto respecto a los jodidos vampiros de los que me habláis?
-¿Qué dices, estúpido pueblerino? ¿Habéis oído, muchachos?
-Sí, este mamonazo no recuerda que tenemos a su chica, jefe.
-¿Qué pretendes, subnormal? ¿Intentas decirme que no me tienes miedo? ¿Pretendes hacerme saber que por mucho que te haga, mañana serás un tipo nuevo, fresco, y jodidamente fuerte? No me das miedo con tanta palabrería arcaica, paleto. Verás capullo; aguardan mi llamada. No sólo para que dé la orden y se puedan cargar a tu muñequita, sino que si no les llamo en dos horas, la ejecutarán igualmente. Esperan una respuesta. Así que déjate de estupideces. Ahora no vale que pienses en ti y en tus poderes de mierda... no es sólo tu polla lo que te juegas. Hablo de tu novia, ella no puede reemplazarse si mis colegas americanos la disparan en la jodida sesera. ¿Pretendes asustarme con eso de que eres eterno y que no puedo liquidarte, mamonazo? ¿Es eso? Dime dónde están tus ancestros, maldito cabrón. Dime dónde se esconden.
-No lo sé, gilipollas. Sólo sé que voy a soltarme de estas cuerdas, arrancar de cuajo tu jodida cabeza de cerdo y matar a tus dos mariconas antes de que levantes un dedo para ordenar la ejecución de mi chica, ¿entiendes?
-Atrévete y en dos horas a tu zorra le harán un trasplante de cerebro. Pasará de su cabeza a nuestra pared.
-Acuérdate de esto cuando me esté alimentando de ti, puto cerdo ruso.
-Tienes mucha imaginación, Ugen... La historia, o tu putita cae.
Continuará...
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