¡Total, qué importa!, Francesc Barrio Julio
A veces parece que el viejo Jacob es el único que
recuerda cómo eran las cosas antes del Apocalipsis. Es lo que pasa con la
juventud, no les cuesta nada olvidar las cosas importantes, centrados siempre
en sí mismos y en el presente, bueno, prácticamente sólo en sí mismos. Suerte
que lo tienen a él para no olvidar...
La pick-up aparca de forma brusca en el jardín de
la típica casa de zona residencial de extra-radio. Un bonito jardín con un
césped cuidado, unos arbustos bien recortados y unos bellos parterres de rosas
que delimitan el camino de entrada al hogar de la típica familia de clase media
alta de éxito. Bueno, al menos hubo una época en que debió ser así. Ahora, el
césped ha crecido bastante y los rosales crecen descontroladamente salvajes por
todo el jardín, extendiéndose al de los vecinos; bien, así es la decadencia
tras la Caída... La casa no tiene mala pinta, un par de plantas con la mayor
parte de las ventanas intactas y las puertas en su sitio. Seguro que ha sido
arrasada pero al menos no parece absolutamente masacrada como el resto de
edificaciones de la zona. Tampoco parece intacta, eso la haría muy sospechosa.
Está en su punto justo de decrepitud, abandono y asaltos descontrolados.
Llevan unas cuantas horas de búsqueda por la zona,
moviéndose por entre las agradables ex-viviendas de desconocidos inhabitantes
de una urbanización a las afueras de la gran ciudad. Es todo lo cerca que están
dispuestos a acercarse a la urbe, aquí aún se sienten seguros. No sólo por la
menor presencia de zombies en el área, también es importante su lejanía de los
feudos pandilleros que sobreviven entre las ruinas de la vieja ciudad. “Ah”,
suspira Jacob... “la ciudad...”. No, la ciudad ya no es lo que era.
Bueno, es evidente que ya nada es lo que era, pero la peor parte se la han
llevado las ciudades claro. Y no sólo por la peligrosa e incómoda presencia de
los no-muertos y de los pandilleros, si no por el mismo declive de sus
construcciones, por el abandono: grandes incendios que parece que no se acaban
nunca, zonas inundadas, edificios que se derrumban, estructuras que
colapsan..., ¡bajar al centro sí que se ha convertido en una aventura!
Por eso a Josh, el cabecilla de su grupo de
búsqueda, le gusta moverse por las zonas residenciales. Como dice él: “aquí
encuentras el justo equilibrio entre riesgos y beneficios”. Jacob se sonríe
mientras se lía otro de sus cigarrillos malolientes y no puede dejar de pensar
que Josh hubiera sido un buen broker en aquellos buenos años antes de que todo
se fuera a tomar por culo.
Mientras Jacob prende el cigarrillo con su viejo
mechero de cuerda y empieza a notar el efecto del humo relajante en su
organismo, aprovecha para echar un vistazo al grupo de hoy y piensa que, si
hace unos años le hubieran preguntado cómo serían los supervivientes, a buen
seguro que ni se le hubieran pasado por la cabeza personajes como ellos. En la
pick-up, junto a Jacob, viajan Josh y Bernie. El jefe es el típico mazacote, un
joven bruto pero efectista; en los viejos tiempos seguro que sería carne de
gimnasio. Bernie, en cambio, es todo lo contrario, un cuarentón alcohólico y
fondón que se queja de todo aunque, al menos, pone mucha voluntad.
En la segunda furgoneta viajan “Mole”, Angie y
Alfy. Del primero nadie sabe su nombre y nadie se atreve a preguntárselo. Es un
tipo con pinta de nativo americano y un vocabulario muy reducido (o quizás será
que es un poco parco en palabras) que carga a todos lados con su bate de
baseball a modo de talismán. Angie es una chiquilla bastante espabilada, toda
una mujercita despierta y avispada sin miedo a nada, una chica con futuro si no
se mete en al agujero equivocado. Y Alfy es el típico adolescente desdichado,
un chaval delgado y espigado, demasiado
nervioso para Jacob, que basa toda su vida en seguir a Josh hasta la muerte y
en hacer todo lo posible por impresionar a Angie. “Ah, el amor...”,
piensa Jacob con una tierna sonrisa entre calada y calada.
-
Joder viejo, esa
mierda te matará algún día-. Dice el jefe del grupo mientras se baja del
vehículo.- ¿De dónde cojones sacas el tabaco? Eres el único en toda la
Ciudadela que no tiene problemas para encontrar picadura.
-
¡Ja, ja, me
llevaré el secreto a la tumba!-. Muestra Jacob su sonrisa desdentada.
-
Bernie, no te
dejes la recortada y echa una ojeada a la parte de atrás. ¡Y esta vez asegúrate
de que realmente está todo OK!-. Indica Josh señalando al patio posterior de la
casa.
-
¿Pero tengo que
volver a ir solo? ¿No sería mejor que fuéramos dos?.- A Bernie le empiezan a
sudar las manos. “Lo habitual”, piensa el anciano.
-
¡Ya voy yo!-.
Grita Alfy desde el segundo vehículo poniendo pose heroica con un machete en
una mano y un revolver en la otra.- ¡Venga culo gordo!-. Le grita a Bernie,
mirando de reojo a su compañera que, para variar, lo ignora.
Josh termina de dar instrucciones al resto del
grupo que se despliega alrededor de la propiedad. Mientras Bernie y el chaval
se encargan de la parte de atrás, Angie y “Mole” rodean cada uno la casa por
uno de sus lados, repasando el resto del jardín y echando una primera ojeada a
las ventanas más cercanas. Jacob y el jefe quedan a la espera en la puerta
principal tras echar también un vistazo por los ventanales delanteros. Y una
vez asegurada la zona todos van entrando en el edificio, poco a poco, trabajando
con tranquilidad cada estancia hasta completar una primera revisión, únicamente
para cerciorarse de que no haya ninguna sorpresa. Últimamente, durante el día,
los zombies no están especialmente activos pero siempre puedes encontrarte
alguno, como aletargado, en los lugares más insospechados y toda la cautela
posible siempre es poca.
Finalmente, mientras “Mole” se entretiene en el
sótano al que se accede por un portón del lateral del edificio, el resto del
grupo se encuentra en el salón principal, no hay ningún zombie en toda la
propiedad y parece que los pandilleros hace mucho que no pasan por aquí. La
casa, en el pasado seguro que era un
lugar tranquilo y agradable. Ahora es un lugar tranquilo, agradable y bastante
arrasado. Poco queda que no haya sido registrado con prisa y con violencia y es
difícil hacerse la idea del tipo de personas que la habitaban.
Jacob se planta en el centro del salón echando un
vistazo calmado a todo su alrededor, dejando que un leve suspiro abandone sus
labios mientras se hace una composición de la clase de gente que ocupaba la
vivienda. Al parecer se trataba de una pareja relativamente joven, sin hijos,
no hay ningún rastro de juguetes, no hay habitaciones infantiles y en las pocas
fotografías más o menos reconocibles tan solo aparecen los miembros de una
pareja bien estante de mediana edad. Al viejo le da la sensación de que debía
tratarse de un hogar frío e impersonal, un poco artificioso, típico de las
jóvenes parejas de éxito que pasaban más tiempo en sus lugares de trabajo que
en su hogar-dulce-hogar. Hay un par de despachos que en algún momento tuvieron
muebles de categoría y una equipación informática de gama alta y de los cuales
tan solo quedan restos prácticamente inservibles. En las paredes, las marcas de
varios títulos académicos: doctorados, masters, menciones especiales,
bioquímica, biología molecular, química estructural..., definitivamente, no se
trataba de un par de yuppies.
“Mole” se reúne con el resto del grupo en el salón
sin emitir ni una palabra, simplemente un gesto dirigido a Josh dándole a
entender que el sótano también es seguro. Ahora va a empezar el trabajo de
verdad. Aunque en apariencia no haya nada aprovechable, si se sabe buscar bien,
siempre se pueden encontrar cosas útiles: todo tipo de recambios y repuestos,
una botella de whisky escondida, medicamentos, y cosas así. Nunca sabes lo que
hallarás hasta que no lo buscas. Josh vuelve a dar instrucciones al grupo para
dividirse las tareas. Tienen aún dos o tres horas hasta que anochezca y “despierten”
los zombies. Es curioso, en cuanto se pone el sol, aparecen de los lugares más
insospechados, aunque estés absolutamente seguro de que la zona está limpia.
El viejo Jacob se ha autoconcedido un papel de
asesor que los demás han consentido. En realidad, simplemente soportan sus
excentricidades dado que es el único vínculo que tienen con los viejos tiempos.
La mayor parte de ellos, o han pasado lo poco que han vivido después de la
Caída o apenas recuerdan cómo eran las cosas antes. Así que siempre es
bienvenida la opinión de un “experto” como el viejo. Mientras los demás acatan
las órdenes del jefe del grupo en la búsqueda por toda la casa, Jacob se limita
a vagar, recordando, y haciendo comentarios siempre “útiles” sobre “para qué
servía ese aparato que tienes en las manos” o “qué haría falta para que eso
funcionara” o “no os imagináis todo lo que os habéis perdido, vosotros, la
juventud”. De repente, Alfy, emocionado, pega un grito:
-
¡Joder! ¡Mirad lo
que he encontrado! ¡Jacob, ven a mirar esto, vas a flipar!
-
¡Cojones niño!-.
Le increpa Josh-. Nada de gritos, no queremos visitas inesperadas. Jacob, baja
a ver qué es lo que ha encontrado el chaval. ¡“Mole”, a la puerta!
El joven Alfy se había entretenido a rebuscar
entre la caótica colección de DVD repartidos por el suelo del salón. Aunque
nunca había visto una película, le atraían especialmente las carátulas
brillantes de las cajas y albergaba, siempre, la esperanza de hallar alguna
portada de una vieja porno con la que poder impresionar a sus colegas (sin que
Angie se enterara, claro, no fuera a pensar que él era un pervertido). Tras
unos instantes de cierta crispación, al llegar Jacob con su paso relajado hasta
donde se encontraba el chaval, todo nervios, rodeado ya por los demás, le
muestra al viejo su hallazgo. Se trata de una caja de DVD negra, sin portada y,
en su interior, un disco en el que, con rotulador, han escrito “GENESIS
ZOMBIE”.
-
¡Bah! No es más
que una vieja peli de terror-. Apunta Bernie, siempre optimista.
-
¡Que te den, tío!
¡Esto puede ser importante! ¿Verdad Josh?-. Contesta el chico-. ¿Qué piensas
Jacob?
Al viejo se le han puesto los ojos como platos al
ver el disco. Todos conocen su fijación por saber cómo empezó todo y sus largas
historietas alrededor de la hoguera de que “si supiéramos qué provocó el
Apocalipsis, podríamos prepararnos mejor para luchar contra los muertos y,
algún día, recuperar lo que es nuestro”. Al coger la caja, parece que le
tiemblan las manos por la emoción:
-
¡Y una mierda! ¿A
caso no habéis visto dónde nos hemos metido? Esta no es la casa de un friky,
aquí vivían dos científicos de verdad y esto puede ser la respuesta a nuestras
plegarias-. Sentencia el anciano-. Joder, deberíamos verlo ahora mismo –
continúa -. Ese televisor y ese reproductor parecen en buen estado, si
consiguiéramos un poco de corriente...
-
Sí, claro-. Corta
Bernie-. ¡Lástima que no haya luz en toda la zona!
-
Sótano-. Susurra
“Mole” que se gira y se dirige al acceso al sótano que hay bajo la escalera.
Bajo la mirada curiosa del jefe, Angie y el viejo
siguen al indio por las oscuras escaleras, con la ayuda de una pequeña linterna
que lleva la joven. En el sótano, entre los cascotes de una pared medio
derruida, parece entreverse un viejo generador diésel en una habitación al
fondo. El acceso está muy complicado, tan solo hay una pequeña abertura por la
que alcanzar la pequeña estancia.
-
¡Perfecto!-.
Comenta Angie y, sin pensárselo más, suelta su mochila y, con la linterna entre
los dientes, se introduce por la estrecha oquedad-. ¡Enseguida os digo algo!
Tras unos eternos instantes en los que ven
desaparecer a la joven entre las ruinas y se oyen repiqueteos metálicos, añade:
-
Tiene buena
pinta, pero parece seco, es una lástima... ¡Aunque podríamos sacar algo de gasofa
de la furgo para ponerlo en marcha!-. Susurra Angie con animación.
El jefe también ha acabado por bajar al sótano y
Jacob le explica el plan:
-
Joder Josh, es
perentorio..., no, es imprescindible que visualicemos esta grabación. Piensa
que si encontramos las respuestas volveríamos a la Ciudadela como héroes y, lo
único que tenemos que hacer es echarle un chorrito de gasoil. Joder, es sólo un
pequeño sacrificio por algo muy, muy grande-. Al viejo le tiembla la voz de la
emoción.
-
¿Crees que es
realmente importante viejo?-. Pregunta el jefe.
-
¡Claro que es
importante! Aquí no tenemos rumores sin fundamento, posiblemente tengamos la
explicación de cómo empezó la Plaga. Posiblemente esta buena gente estuviera
implicada y aquí nos ha dejado su legado. Y hay que hacerlo aquí y ahora, en
casa no tenemos los medios para hacerlo. Aún nos quedan unas horas antes de que
anochezca, o lo ponemos en marcha ahora o nunca.
Finalmente, un sobrepasado Josh accede a las
peticiones de un emocionado Jacob apoyado por Angie y Alfy, excitados por las
palabras del anciano. Y, a pesar de las protestas de Bernie, éste es enviado a
extraer fuel de la furgoneta para que la ágil Angie ponga en marcha el
generador.
Con la máquina ya en marcha con su suave ronroneo,
todos se reúnen en la sala ante el televisor. Mientras Jacob prepara los
aparatos cerciorándose de que efectivamente funcionan, los dos jóvenes se
encargan de hacer más habitable la zona, preparando un par de sofás y sacando
todos los cachivaches molestos e inservibles de en medio. Expectantes, el grupo
observa como hipnotizado las evoluciones del viejo.
-
Preparados, lo
pongo en marcha-. Y en su lugar de honor, en un sillón ante el televisor, Jacob
toma asiento, apunta con el mando a distancia al reproductor y le da al play.
-
BIENVENIDOS
A UNA EDICIÓN ESPECIAL DE “LA NAVE DEL MISTERIO”...-. El sonido es atronador, saliendo desde todos
los altavoces repartidos por todo el salón, a todo volumen-. VUESTRA CITA
SEMANAL CON LO SOBRENATURAL,...-. Toda la casa retumba con el embate del
equipo de sonido haciendo que Jacob resbale de su asiento perdiendo el mando a
distancia e, incluso, haciendo que “Mole” enarque una ceja-. Y DEDICADA, EN
ESTA OCASIÓN,...
-
¡Joder viejo,
apaga eso, apaga eso! ¡¡¡ Vas a conseguir que nos maten!!!-. Grita Josh.
-
¡Vamos a morir
todos, vamos a morir todos! ¡Se van a despertar y van a venir todos aquí!-.
Solloza Bernie escondido bajo una mesa, golpeándose la cabeza rítmicamente
mientras Angie y Alfy se han quedado paralizados, no tanto por el sonido
agobiante y peligroso como por ver, por vez primera, una grabación de vídeo.
-
...A
ENCONTRAR UNA EXPLICACIÓN A ESTA PLAGA QUE SACUDE, YA, A TODO EL PLANETA...
Josh no para de gritar “¡Páralo viejo! ¡Páralo
ya!”, Bernie sigue llorando su cantinela bajo la mesa, “Mole” empieza a
acometer a golpes de bate los altavoces más cercanos, y los dos jóvenes siguen
embelesados con una sonrisa estúpida las imágenes del televisor.
-
¡Esperad,
esperad!-. Jacob recupera el mando que estaba bajo el sillón y presiona el Pause-.
Lo siento, ha sido un despiste-. Cesa el sonido atronador y en la pantalla
queda fijada la imagen del presentador del programa, un joven elegante de media
melena y mirada inquisitiva, sentado ante un gran escritorio con una fotografía
a su fondo de una horda de zombies atacando a un grupo de soldados con las
palabras sobreimpresas “ZOMBIE OUTBRAKE”. Jacob acciona el mando y
empieza a disminuir el control de volumen de 85 hasta 10-. Perdonad, perdonad,
ya está.
-
…, una plaga
que plantea muchos interrogantes y ante la cual, los organismos oficiales,
siguen mostrando el más absoluto mutismo-.
Termina el presentador.
En la sala, la situación parece calmarse, Jacob
recupera su asiento, los jóvenes siguen atentos a la pantalla, Josh se relaja y
se sienta poco a poco mientras Bernie sigue con sus sollozos y “Mole” marcha a
hacer guardia a las ventanas frontales. En el televisor sigue el programa:
-
Y para
encontrar respuestas contamos con un equipo de lujo, un grupo de expertos en
diversas materias que, a buen seguro, aportarán algo de luz a la que, en estos
momentos es “la pregunta”: ¿Cómo empezó el Apocalipsis Zombie? Para ello
contamos con la colaboración de: Robert Bartleh, analista de datos de Mushroom
Incorporated; el Dr. William Herschel, investigador asociado del Observatorio
de Chicago; Alfred Peak, meteorólogo emérito del Instituto Nacional de
Meteorología, Sor Therese Forks, monja benedictina licenciada en Teología y
Bioquímica; Tom Braidwood, uno de nuestros colaboradores habituales, blogger
impenitente; Adele Harlowy, asesora de la Casa Blanca y el Dr. Nahtriheccundy Gahinneverahtun,
también bioquímico y miembro del Centro de Investigaciones Shambles.
-
Y
empezaremos con el Sr. Bartleh-.
Continúa el carismático presentador-. Que, creo, que tiene unos datos muy,
muy interesantes con los que empezar el debate.
-
Así es Ike-. Bartleh es un joven grueso con aspecto
descuidado y aparente alergia a los productos de limpieza diaria que, al
hablar, enarbola sus papeles como si fueran pruebas irrefutables-. A través
de la red ZombieNet hemos recopilado un censo de todos los fenómenos zombie
desde sus inicios, y con estos hemos realizado una simulación que, sin lugar a
dudas, determinan que, la Zona Cero, se encuentra en algún lugar de las
llanuras de Chonqing, en la China profunda. Creo que el Dr. Herschel estará de
acuerdo con mis datos.
-
Totalmente
de acuerdo, Robert-. El astrónomo
es un venerable caballero de abundante melena emblanquecida, con un gusto
exquisito en el vestir y que habla acostumbrado a sentar cátedra con sus
opiniones-. De hecho, de forma coincidente con la fecha que es considerada
el inicio del fenómeno que ahora tratamos, se produjo la entrada en la
atmósfera de un pequeño corpúsculo escindido minutos antes del núcleo del
cometa C/2012 X2b, conocido por los legos como cometa Neniel, y que se acercó a
nuestro planeta a unos pocos cientos de miles de millas. Observaciones previas
con el Radiotelescopio de Green Bank detectaron trazas de OH por encima del
nivel de ruido de 2.4 mJy que determinan un límite de unas 107
moléculas/segundo en la tasa de producción de gas, que es cerca de 100 veces
mayor que las predicciones previas. Los espectógrafos determinaron una
composición usual para cualquier elemento de su clase con el inquietante
añadido de grupos orgánicos poco habituales. Ese corpúsculo impactó, con toda
seguridad en algún área del interior de la República China.
-
Bien, eso es
algo para ponerse nerviosos, ¿no?-.
Añade el elegante presentador dirigiendo
ahora su atención al meteorólogo.
La sala se ve sumida en una absoluta
concentración, todos absortos, atentos a las palabras de los expertos. En el
exterior el sol empieza a acercarse a su cenit, cubriendo poco a poco toda la
región con la tenue semi-oscuridad adormilada que precede al anochecer. “Mole”
sigue vigilando las calles y la atención de los emocionados espectadores tan
solo se ve alterada por algún ocasional “Veis, veis” del viejo Jacob
esperanzado.
-
Así es, Ike-. Comenta el Sr. Peak, un hombre delgado y
estirado con un traje barato-. Aunque no debemos olvidarnos del curioso
efecto meteorológico global que afectó a todo el planeta horas después. Todo la
Tierra se vio afectada por una tenue llovizna fosforescente que a apenas duró
unos instantes pero...
-
Veis, veis,
vosotros ya no lo recordáis, pero ese polvillo amarillo lo cubrió todo...-.
Interrumpe Jacob, golpeándose la rodilla con una risa ahogada.
-
Cállate viejo, si
no callas no lo sabremos nunca-. Le increpa Bernie.
-
...de todas
formas, si su origen está vinculado al paso del cometa Neniel, es algo que los
astrónomos deben determinar-. Continúa Peak.
-
¡Tonterías!-. Corta Braidwood airado, un hombre menudo pero
regordete, escaso de pelo y unas grandes gafas de pasta que dominan su cara-. Eso
no es más que una cortina de humo, valga la redundancia. Sí, vale, de acuerdo,
cayó un pedazo de un cometa rarito, vale. Y tuvimos un polvito extraño, vale.
¡Pero no se ha demostrado ningún vínculo con el proceso de zombificación!-.
Añade levantando la voz poco a poco-. ¿Por qué no hablamos del interés de
“ciertas” mega-corporaciones, de las que nadie quiere hablar, en la
modificación de la tetradotoxina?
-
¡Efectivamente!-. Continúa Sor Therese, un rostro adusto,
dominado por unas cejas abultadas y enmarcado por un hábito oscuro y que
gesticula con las manos constantemente
al hablar-. Toda esa historia de la roca del espacio en China suena muy bien
y muy conveniente, pero nos desvía descaradamente de los verdaderos culpables,
las grandes compañías farmacéuticas, de su manipulación de las masas y de su
obsesión en hacer dinero a pesar del bienestar y la salud de nuestras familias.
Por otro lado, todo eso de la
tetradotoxina no es más que un cuento chino – media sonrisa de la
monja hacia el amable presentador - para embellecer y conferir veracidad a las
supersticiones haitianas y sus derivados.
-
¡Y así nos
olvidamos de las hormigas!-. Comenta
medio alzado de su asiento el Dr. Gahinneverahtun, un indio con vestuario de
los años 70 que habla con la mirada perdida en las alturas-. Bueno, de las
hormigas no, del Ophiocordyceps Unilateralis, ese honguito tan curioso que SÍ
sabemos que zombifica seres vivos. ¿Y quién tiene intereses en el pequeño
Ophiocordyceps? A lo mejor los chinos, ¿no?-. Termina con cierto cinismo.
-
Bien,
Sra. Harlowy, ¿podría estar el gobierno
chino implicado?-. Interrumpe el
presentador, siempre presto al comentario adecuado-. ¿Qué tiene que decir sobre
todo esto la Casa Blanca?
-
Bien, Ike-. Responde la dama de mediana edad con un
impecable traje chaqueta con cierto aire masculino-. Como ya sabes, el
gobierno de nuestra nación aún no se ha pronunciado al respecto, sobre éste ni
sobre ningún otro tema sobre la ya comentada Plaga, pero sí que es cierto que
tenemos constancia del interés de las autoridades chinas en ciertas
investigaciones que podrían estar relacionadas o no con el tema que ahora nos
ocupa pero que, por cuestiones de Seguridad Nacional, no me es permitido
comentar en tu espacio.
-
Ike, esto es
un cahondeo-. Comenta Braidwood-. Esto empieza a rondar el
ridículo más extremo. Nos has traído a una “Mujer-del-Presidente” para que en
realidad nos cuente ¿nada?-. Dice con los hombros encogidos-. Y como de
rebote, has encontrado a tres “expertos” perfectamente de acuerdo con una
teoría que todo, y digo todo, el mundo, sabe que no son más que paparruchas
para manipularnos. ¡Señores, que esto es serio!
-
¡Oiga, un
poco de respecto!-. Contesta
airado el venerable astrónomo-. Yo represento a una importante institución
científica, de una seriedad fuera de toda duda, y mis opiniones son
absolutamente libres e independientes.
-
¡No me diga
doctorcito!-. Responde el
blogger con cierto tono irónico en su voz.- Pues tengo entendido que su
independiente Observatorio se encontraba en la banca rota hasta hace unos pocos
días en que, casualmente, recibió una sustanciosa donación. Una generosa
aportación efectuada por un mecenas cuyo nombre no es necesario mencionar aquí,
pero que también está vinculado económicamente, con la carrera política de
nuestro presidente y que además entre sus mayores aficiones e intereses,
encontramos ciertas empresas, algunas de ellas en el campo de la química
recreativa..., y ya sabemos cómo acaba esta historia, ¡eh!
El astrónomo se hunde en su asiento ignorando las
palabras de Braidwood, la asesora de la
Casa Blanca parece inquieta y no deja de mover rítmica y nerviosamente su
pierna derecha, mientras Bartleh y Peak empiezan a calentarse con las
acusaciones del blogger. Ike, el apuesto
presentador, intenta retomar el control del debate.
En el salón, el ambiente empieza a notarse un poco
extraño, el viejo Jacob parece haber perdido parte de su seguridad y Bernie no
deja de echarle miradas de soslayo, a la espera del momento adecuado para
entrar a matar con el comentario adecuado.
-
Me temo, Sr.
Braidwood, que usted también forma parte de todo este tinglado propagandístico-. La voz de la monja se impone sobre el
incipiente griterío que el presentador no logra controlar-. Usted habla de
conspiraciones y afirma tener muchos datos, pero me temo que sus palabras no
van más allá, es muy fácil hablar y hablar sin parar sin decir nada, en cambio
yo...
-
¡Sandeces!-. Se interpone el reconocible acento del Dr. Gahinneverahtun-. ¡Todo esto no son más
que sandeces! Lo único cierto que es que hay intereses ocultos en la
investigación del Ophiocordyceps y eso
es preocupante, porque significa que hay alguien...
-
¡Esto ya
pasa de castaño oscuro!-. Empieza a
levantar la voz un Bartleh absolutamente
enojado-. La reputación de los doctores Herschel y Peak está absolutamente
demostrada, y los datos de mi equipo son fácilmente contrastables-. Añade
amenazando con un manojo de folios-. Cualquiera con un mínimo de sesera
podría...
-
¡Por favor
señores, por favor! ¡Un poco de calma!-.
Intenta interrumpir un sobrepasado presentador haciendo gestos tranquilizadores
con sus manos-. Volvamos a la cuestión principal, Sra. Harlowy, ¿qué tiene
que decir...
-
¡Esto es
indignante!-. Corta el
meteorólogo ya en pie y señalando amenazante hacia Braidwood.
Poco a poco, ante los atónitos ojos de unos
inesperados espectadores, el agrio debate se va convirtiendo en una marabunta
televisada en la que los participantes empiezan a comportarse más como
homínidos salvajes que como expertos asesores. En el salón, Bernie se va
sumiendo cada vez más en una sonrisa histérica mientras los demás miran de
reojo a un Jacob ya totalmente hundido en su sillón que, boquiabierto, es
incapaz de articular palabra.
En el exterior, el sol ya se ha puesto y da paso a
la temible oscuridad bajo los ojos atentos de “Mole” que, vigilante, parece
escuchar los primeros lamentos udulantes de los zombies que empiezan a tomar
las calles. Jacob, pulsa el stop del mando a distancia, dejando a todos
ante una pantalla oscura y muda. Se levanta lentamente, como si los huesos le
pesaran más que nunca y se acerca a uno de los ventanales desde los que ya se
divisan los primeros zombies arrastrando sus pies por unas calles solitarias.
De pie ante una de las ventanas, con los ojos anegados en lágrimas, Jacob,
mucho más viejo que nunca, murmura:
-
Bueno, supongo
que, en definitiva, no importa una mierda cómo empezó todo, lo único que importa
es que ellos ya están aquí....
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