David
Ruiz del Portal.
David Ruiz del Portal nace en Madrid en la época de
los ‘70. Quizás, tal vez por firmar con el diablo un pacto secreto o beber de
la fuente de eterna juventud, Del Portal, como así le conocen artísticamente,
se mantiene joven y pletórico. Quién le conoce lo comenta; ¿es que no envejece
este tío? Lo cierto es que a él le da lo mismo aparentar la edad de un crío,
esta virtud la utiliza para exprimir eternas horas en crear y escribir relatos
de todo tipo. Horas y horas de trabajo, días y días seguidos de letras. David,
escondido en su “Batcueva”, alejado del mundanal ruido y en penumbras para
invitar a las musas más vergonzosas, expande su mente abriéndola a todo
tipo de conocimiento. Como un extraño chamán, ofuscado en dantesco ritual, Del
Portal se mete de lleno en el argumento escogido, creando así historias tan
complejas y extrañas como aquella que editó el pasado año: La revelación. Obra,
no exenta de polémica, muy acorde con nuestro querido FanZine apocalíptico.
Las siniestras musas que rondan su mente no sólo le
invitan a crear aventuras donde nuestro insignificante planeta sucumbe, sino
que le inspiran a imaginar cuentos, relatos juveniles e historias de aventuras
para cualquier edad y gusto: Desde héroes con espada y escudo, hasta niños que
emulan ser magos muy al estilo Harry Potter. Cabe reseñar sus próximos
lanzamientos; una trilogía de pútridos Zombis con muy mala leche, y un
libro-juego inspirado en leyendas Eslavas. ¿No hay que estar muy perjudicado de
la cabeza para idear todo esto…?
Del Portal es eso, un hervidero de ideas de lo más
peculiar; un tío amable y cercano, sencillo, pero retenedor de un extraño poder
el cual se le presenta cada madrugada a pie de cama para jorobarle el sueño.
¿Cuál es ese conjuro? ¿De qué artefacto mágico hablamos? De la imaginación, esa
que hace a todo artista diferente, extraño y carismático. David es, como
nuestra entrevista, un poco loco en muchas cosas, pero eso sí, de imaginación
anda sobrado. Démosle una oportunidad para darse a conocer tal cual es.
Adelante
pues para sacar los colores a nuestro colaborador de FanZine: David Ruiz del
Portal.
¿Drogadicto o teleadicto?
Ni una cosa ni la otra. Aunque parezca trola me
encantan los documentales de la 2. Sólo enciendo la tele para eso y para jugar
a la Wii. Las drogas… las drogas no puedo usarlas. Imaginaos lo que haría mi
perturbada mente en tal estado. No quiero saber qué historias nacerían tras
haber fumado algo extraño. (Risas de la buena)
¿San Valentín o San Cucufato?
Ni San Valentín ni San Cucufato… Ni ningún otro Santo.
¿Es que no os habéis leído mi novela…?
¿Calzón largo o medias rosas?
Salvo aquella vez que me disfracé de mujer (depilado y
todo), opto por ir a escape libre. Me incomoda tener al pajarito preso. Salvo
lo formal, en casa ando sin nada debajo del pijama. Cuando me siento apretado
no me sale ni una letra. Necesito libertad.
¿Qué prefieres, rascarte el reloj o darle cuerda a la
oreja?
(Risas). Meterme el dedo en la nariz y soplar a la vez,
no veas lo que puede salir del agujero que queda libre. Ya en serio; rascarme
el bolsillo, como todos los españoles.
¿Papá o mamá?
Cada cual tiene su encanto. A papá… a papá le perdí
hace mucho ya. A mamá la tengo cerca. Cada cual tiene su rincón en mi corazón.
Papá me inspiró a la hora de lanzarme a la literatura. Dicen que de una crisis
o una etapa dura siempre sale lo mejor de cada artista. Tras la pérdida de mi
padre, mi cabeza creó su primera obra seria.
¿Manostijeras o dedos de goma?
Manos pequeñas, dedos cortitos, y un pulso para robar
panderetas. Siempre dicen que tengo manos de niña. ¿…? (Más risas)
Más vale primitiva en mano qué…
En mi caso está chunga la cosa. No juego ni apuesto.
Soy medio Budista y el juego con perras de por medio no va conmigo. Paso de
apostar, pero como soy listo mi mujer juega por mí. Las navidades pasadas nos
tocó el tercer premio, no es una coña. Por lo cual me quedo con primitiva en
mano que pájaros volando… ¿se dice así, no?
¿Arte o forrarte?
Arte… y forrarme. Lo malo que en este país, al paso que
vamos, ni arte ni forrarse. Al contrario, cada vez más pobreza y más
incoherencia. El arte… no sé… nos lo quitarán a este paso si no nos ponemos en
pie ya mismo. Lo de forrarse queda para la gente que cobra nómina (una
carcajada, esta vez irónica). Si tengo que responder seriamente mis principios
son más sencillos. La felicidad que me da el mostrar mi arte es suficiente. No
cambio nada de esto por unos eurillos.
¿Chuleta o chuletón?
Toma nota de la anterior pregunta: no tengo nómina. Así
que pollo y conejo. Y la mayoría de las veces, pasta y arroz, como todo hijo de
vecino. El chuletón lo dejo para cuando sea más importante, cuando me cruce con
algún político y me reconozca: ¡Hey, mira! por ahí va el escritor ese
tan famoso… vamos a invitarle a comer, podemos permitírnoslo.
¿Sol o sombra?
Soy como los vampiros. Me quemo rápido al sol. Tengo la
piel tan blanca que parece que voy embadurnado en polvos de talco. Tengo el sol
prohibido, al igual que entrar en las iglesias, que cuando lo hago me quemo.
Así que me quedo con la sombra. El sol lo reservo para las vacaciones; con una
crema factor 3.000 y siempre buceando, nada de tumbarme en la playa. Las tardes
lluviosas y oscuras me molan mucho, me inspiran. Un café caliente… la pantalla
frente a mí… Sombra, sombra, sombra. Sin duda alguna.
¿Ergonomía o economía?
¿Cualo…? No, ya en serio, ergonomía. Necesitamos
mantener la balanza equilibrada. Mantener al hombre y a la máquina, junto al
entorno, en perfecta sintonía. Así, y sólo así, la economía será factible y
justa para todo el mundo. De hecho el universo entero se rige por el
equilibrio, solamente el ser humano quiere romper esa paz. Así ocurre… todo se
va al garete porque unos pocos quieren lo máximo posible y a otros muchos no
les queda nada. La naturaleza es más inteligente: es una línea perfecta. El ser
humano en vez de habituarse al entorno para que todo esté bien, se lo carga, lo
maneja a su antojo y desequilibra la balanza natural.
¿Mano rala o mano rota?
(Carcajada). Qué preguntas madre mía… No soy mano rota,
pero me doy mis caprichos. Salvo la muñeca izquierda, que me la rompí a los
trece años. Por ese detalle no me admitieron en las fuerzas aéreas. Me quedé
sin ser piloto. Era eso o escribir sandeces en entrevistas absurdas… Me tuve
que conformar con lo último.
¿Sota, caballo o rey?
Me gusta más el juego del Uno. Es más sencillo que la
baraja española. De verdad; me encanta variar el esquema, no soy tipo de seguir
las pautas y las líneas. Hoy por aquí… mañana por allí… Hoy escribo así y hablo
de esto, y mañana escribo “asá” y hablo de aquello. No quiero encajarme, por lo
cual soy de Sota, mañana caballo, y pasado, quizá, de Poker. No quiero
mantenerme en un punto, enfoco la vida desde varios prismas diferentes. Ahora,
ya jugando un poco… prefiero la baraja en la cual se dibuja el caballo. La del
rey nunca me gustó. Me indigna comprobar como esa carta domina a los demás por
la jeta.
¿De la mar el mero o de la tierra el cordero?
¿Tiene trampa esta pregunta…? ¿Quién coñe ha ideado
todo esto…? La verdad… me mola más la carne. Cuanto más cruda mejor. Con su
sangre desbordando… mmmmmm… Una vez intenté ser vegetariano y por poco lo
logro… (Risas, risas, risas).
¿La virgen del puño o la virgen del moño?
Jesús… qué miedo me dais. Me imagino a la Virgen con
kimono, cinturón negro y repartiendo leches a los romanos en época de Cristo…
me meo encima, vamos… No. Me gusta más una mujer bien peinada, no armando
gresca por ahí.
¿Tras un cocido madrileño… silbas o toses?
Está claro… al cabo de un rato se escapan los gases.
Tío, estás hablando de un cocido…
¿Por Dios o par Diez?
Jesús… la madre… la ostia… ¡me
cago en to’! Según el momento y según las ganas. Si debo quedarme
con una prefiero ¡por Dios!. No sé, será porque hablo mucho de él en mi libro y
siempre se pega algo.
¿Strip poker o mus corrido?
Strip poker. Correr viene después.
¿Más vale vivir de rodillas que morir no editado?
Es a veces, cuando te arrodillas, cuando consigues lo
que te propones. Ya en serio; lo suyo es editar, sea de la manera que sea.
Editar, autoeditar, coeditar. Eludir a los estafadores es primordial, desde
luego, pero autoeditar no significa acabar estafado. Puede ser un paso al
siguiente escalón. La gente desea tener sus obras en cualquier stand o punto de
venta, pero cierto es que la cosa está muy difícil. Cuando tienes una historia
y deseas mostrarla al mundo, lo mejor es ir con paso prudente. Pero llega el
momento en que la cuesta se hace muy para arriba. Te cierran puertas. El final
es uno, los caminos varios. Cada cual que elija su manera de alcanzar el éxito.
Puedes editar sin arrodillarte. Puedes lograr lo que desees siendo bueno en
esto y optando por cualquier opción. Depende de cada uno y de las
circunstancias. En mi caso hice de todo; edité y seré editado pero todavía no
me conoce ni el Tato. Aprendes según vas caminando, los errores son normales, y
bajo mi punto de vista, esenciales para crecer. Esto es como los bancos: puedes
pedir un crédito y firmar un montón de folios con cláusulas extrañas. Tendrás
tu piso, sí, pero te dirán cómo y cuándo devolver el dinero. Si tienes pelas,
puedes hacer la casa a tu antojo y pagar a los albañiles acordando tú mismo el
contrato. Te gastas muchos euros pero la haces a tu gusto. Con esto de las
letras es igual. Ambas opciones son acertadas y correctas, siempre y cuando no
te engañen en ninguna de ellas. Animo a todos los que tengan cosas
que contar para que luchen por mostrarlas al mundo. Uno no puede quedarse para
sí todo su mundo. Es algo muy bonito y gratificante contar historias, y un
escritor debe presentarlas a sus semejantes sin sentir miedo o vergüenza.
Siempre, y recalco esto, existe alguien en el mundo al que le gusta tu forma de
escribir.
¿Cabeza de ratón o cola de lechón?
Siguiente pregunta… (Carcajada) ¿Qué leches es esto…?
Entró en la corsetería para comprar…
Suelo hacerlo a menudo. Para reyes siempre cae algo
sexy para mi mujer. Soy muy goloso. La última vez que entré en una corsetería
fue para vender a la dependiente mi libro. Salí con un conjunto muy chulo… pero
conseguí enchufarle un ejemplar de La revelación a la chica. Ojo, los
sujetadores, insisto, no eran para mí. Que quede claro esto. (Risas).
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