jueves, 14 de marzo de 2013

TURNO DE NOCHE ZOMBIE

Ilustración: Carlos Rodón

Tom empezaba su turno de noche en la fábrica. Su compañero le pasó las últimas instrucciones enviadas por su empresa y se marchó.

Los vigilantes veteranos de su empresa estaban tan quemados con aquél trabajo que apenas si hablaban con los nuevos vigilantes, era como si pertenecieran a una élite que no se relacionaba con cualquiera. En cualquier caso para Tom no eran más que unos fracasados que se habían conformado con el peor puesto de la empresa y encima no tenían la humildad necesaria para reconocerlo. Entró en la fábrica y cerró la pesada puerta de metal, echó la llave y subió las escaleras que daban al piso superior. Una vez allí soltó sus cosas en un enorme sillón que en más de una ocasión le servía de cama y se sentó en la silla que había junto a los seis monitores. Desde allí podía ver no solo el exterior, sino las dependencias más importantes de la fábrica. Pero no se engañaba, mirar esas cámaras era tan divertido como contar de uno a mil. Se reclinó hacia atrás y suspiró, le quedaban doce horas de aburrimiento y sueño por delante. Aunque tenían una televisión, ésta sólo sintonizaba algunos canales y la mayoría de noticias, por ese motivo Tom no la solía usar. Un piloto rojo se encendió.

-¡Mierda! - gritó Tom. ¡Ni diez minutos de servicio y ya hay un problema! Se ajustó el cinturón y revisó la pistola. Esperaba no tener que usarla pero últimamente había mucha gente rara merodeando por aquel antiguo complejo de fábricas. Por un poco de cobre, eran capaces de cortarte el cuello.

Bajó las escaleras y corrió por el corredor A. A medida que iba avanzando los sensores de luz lo detectaban y se iban encendiendo las luces cercanas a él mientras las que quedaban a sus espaldas se apagaban. Eso le molestaba mucho, porque entre otras cosas le daba escalofríos, todo parecía muy tétrico en la oscuridad. Cuando llegó a la puerta, ésta se encontraba atrancada, aunque prácticamente cerrada. Intentó abrirla para cerrarla correctamente, pero ésta estaba demasiado atascada. Le pegó una patada y la hoja cedió con brusquedad, provocando un sonido extraño. Parecía como si hubiera golpeado algo y ese algo hubiera caído al suelo. Se acercó a la puerta y allí vio un hombre en el suelo, parecía en estado de shock, no reaccionaba. Tom le pregunto si se encontraba bien, pero no obtuvo respuesta alguna, por más que insistía. Entonces vio que llevaba un traje que en otro momento debió ser muy elegante pero que ahora estaba totalmente cubierto de un líquido oscuro. Tom alumbro al hombre con su linterna y quedo paralizado. Aquel hombre debía tener menos de cincuenta años, pero su cara estaba desfigurada, de hecho le faltaba parte de la mejilla y todo su cuerpo estaba cubierto de sangre. Lentamente el hombre se levantó y se aproximó a él renqueante. Sus ojos estaban en blanco y su boca parecía escupir sangre con cada balbuceo. Tom retrocedió y cerró la puerta con un golpe tan bestia que se quedo no solo cerrada sino algo deformada. Cerró con llave y salió pitando. Tras él, aquel extraño hombre, golpeaba la puerta sin mucha fuerza pero con una perseverancia que helaba la sangre.

-¿Por qué diablos quería entrar?

Tom subió las escaleras saltando los peldaños de dos en dos. Estaba aterrorizado, él no era ningún boina verde retirado, solo era un antiguo camarero reconvertido en vigilante. Agarró el teléfono y llamó a la policía. Al cabo de unos interminables minutos una agente con voz apática le habló.

-Policía, ¿dígame?
-Señorita le llamo desde la fábrica Drusmor en el parque Joan Malden, alguien está tratando de entrar en la fábrica.

Tom miraba el monitor que enfocaba la puerta que había cerrado, esta parecía moverse, aquel ser seguía intentando entrar.

-¿Es una persona o varias?
-Es un hombre de unos cincuenta años, parece enfermo, pero actúa como un loco.
-Bien, mandaré una patrulla, un segundo. Se escuchó como la agente soltaba el teléfono y hablaba por radio. Señor. Si.
-La unidad 5 está por la zona en menos de cinco minutos estará allí.
-Gracias.
-¡Maldito loco! ¡Tenía que venir a joder en mi turno!

Tom estaba como hipnotizado mirando la puerta, dio un par de vueltas en círculos y revisaba una y otra vez su arma. Joder este tío me va a buscar la ruina. Se volvió a sentar y vio por uno de los monitores que la patrulla había llegado.

-¡Por fin! - Gritó.

La policía llamó al timbre de la puerta principal. Tom descolgó el teléfono.

-Gracias agentes por venir tan rápido. Es un loco está en la puerta justo al final de la nave donde hay varias camionetas aparcadas, deberían verlas desde su posición.
-Ok, las vemos. Permanezca dentro del edificio hasta que nosotros le avisemos.
-De acuerdo. Tom suspiró aliviado.

Conectó las cámaras de la zona y vio como los agentes se acercaban a las camionetas. Se lo tomaban con tranquilidad. Cuando llegaron a la parte de atrás, las cámaras no estaban bien orientadas, por lo que tuvo que redirigirlas manualmente.

-Ahora si voy a ver en directo como te patean el culo. ¡Imbécil!

La policía se paró justo a tres metros del hombre, por sus gestos le estaban soltando el rollo típico de la policía. El hombre los miró y se acercó lentamente a uno de ellos. Este le hizo ademán de que se parara, pero el hombre siguió avanzando. Cuando estuvo cerca del policía, Tom presenció el acto más absurdo y aterrador que jamás había visto. Aquel ser, saltó sobre el policía y comenzó a morderle el cuello. El otro agente le disparó pero las balas ni le molestaban, seguía devorando al desgraciado policía. Varios hombres y mujeres se acercaron a ellos pero lejos de ayudar agarraron al otro policía y lo tiraron al suelo. Tom no pudo seguir mirando. No podía creer lo que había pasado. El mundo se había vuelto loco. Escuchó un golpe en la puerta principal. Miró por la cámara y allí estaba John, el compañero que se había marchado hacia menos de veinte minutos. Visto lo visto, no correría ningún riesgo. Movió la cámara hasta enfocar la cara de John. ¡Dios! Tenía la cara desfigurada y cubierta de sangre, le faltaba un ojo y el labio superior. Tom comprobó por las cámaras todas las puertas de acceso y cerro las internas herméticamente. Por lo menos aquella fábrica era segura. Pero de que tenía que defenderse exactamente, ¿era una enfermedad?, ¿unos locos? Volvió a llamar a la policía pero nadie cogía el teléfono. Llamó a su jefe pero él tampoco lo cogía. Encendió la televisión y buscó algún canal de noticias, con la esperanza de encontrar algo que aclarara lo que estaba pasando. CNN bueno.

-“Ésta misma debería valer”- musitó Tom.

En la pantalla se veían fuertes disturbios por toda la ciudad, la gente corría asustada, otros avanzaban lentamente y atacaban a todos los que encontraban a su paso. La policía no solo no los podía contener sino que además después de ser atacados se unían a la masacre, era como si los infectaran y se volvieran como ellos.

Una corresponsal trataba de dar un informe.

-Lorna Banson desde la calle 45. Esto es una locura, la gente está literalmente comiéndose entre sí. Les aconsejo que no salgan a la calle hasta que la policía controle la situación.

El informe duró poco, una horda agarró tanto al cámara como a la periodista. La cámara seguía filmando, pero Tom no pudo más. Vomitó y vomitó hasta casi quedarse sin aliento. Apenas una hora antes su vida era normal, mediocre pero normal y ahora el mundo estaba loco, nada parecía tener sentido. Se acercó al sofá y se dejó caer. Aunque los cristales de la puerta eran fuertes y la puerta de sólido metal reforzado, los gritos y golpes de los seres se dejaban escuchar. Emitían un lamento insoportable. Tom agarró su pistola y le quitó el seguro.

-¡Aún no! - pensó – “Dejemos que pase el tiempo a ver qué pasa”

La televisión seguía emitiendo imágenes de gente corriendo. El ejército había tomado las calles, se veían vehículos acorazados y soldados pertrechados más para una guerra que para un disturbio local.
-¡Fenómeno, estos les darán caña! Tom miraba entusiasmado como la guardia nacional abría fuego contra los seres. Caían uno tras otro, pero se volvían a levantar. La batalla fue feroz, pero la gente seguía avanzando. Algunos se arrastraban, otros aún faltándole brazos o piernas seguían adelante. Al final los soldados fueron superados y aniquilados. La televisión dejó de emitir. Tom corrió y pulsó todos los botones, canal a canal.

-¡No, mierda, no! La televisión también había muerto.

Aquellos seres debían haber atacado las instalaciones de las cadenas de televisión o los periodistas las habían abandonado al ver lo ocurrido en las calles.

-¡Bien, se acabó!

Tom agarró la pistola y se la puso en la sien. El sudor resbalaba por su frente, apretó los ojos y la boca. Los dientes le rechinaron por la presión.

-¡Joder! ¡No puedo! Bueno pues si tengo que morir antes me cargaré a todos los que pueda. Abrió la puerta de la sala y camino por el oscuro pasillo C, las luces no funcionaban en aquella zona, debió saltar algún conmutador, cerca de allí se escuchaban pasos. Tom sabía que allí no debía quedar nadie y eso no lo tranquilizaba precisamente. El ruido procedía de una de las puertas interiores que había cerrado desde la sala de control. Allí la oscuridad era total, acercó su linterna a la puerta pero no vio nada raro. Agarró la llave y la introdujo en la cerradura, justo en ese momento un ser se estrelló contra el cristal blindado. A pesar de haberse partido media cara y haber cubierto con su sangre el cristal, seguía golpeándose contra la puerta, sus ojos muertos se posaron en él. Tom sacó la llave de la cerradura y echó a correr. Cuando llegó a la sala D, cerró la puerta del pasillo y entró en la sala blindada. Nada más introducir la clave la puerta se abrió. Entró y encendió la luz. Una fila interminable de bombillas iluminó la estancia. La mayoría de las estanterías estaban ya vacías pero aun había un auténtico arsenal, pistolas, rifles, granadas, etc.… aquellos seres se habían equivocado al meterse con él. Porque a diferencia de otros vigilantes, el no custodiaba latas de conserva o ropa, sino las reservas de una pequeña fábrica de armas. Agarró todo lo que pudo y salió fuera, cerró todas las puertas que daban acceso a la cámara y subió a la pequeña azotea superior. Desde allí podía ver el exterior, a lo lejos se divisaban incendios y algunos helicópteros. La ciudad era un caos y él estaba dispuesto a sembrar un poco de orden.

Tomó un fusil de asalto y comprobó su estado. Acto seguido comenzó a introducir balas en los cargadores. Colocó el selector en posición tiro a tiro. Y seleccionó a su primera víctima que no era otra que su compañero.

-Nunca me caíste bien, pero no mereces vivir así.

El disparo retumbo en las cercanías que estaban relativamente tranquilas en comparación con el resto de la ciudad. Los seres se acercaron al escuchar ruido. Tom abrió fuego sobre todos los que veía. A lo lejos vio como algunas personas trataban de huir, soltó el rifle y cogió uno de caza con una enorme mira telescópica. Uno a uno abatió a todos los seres que se encaminaron hacia ellos. Cogió unos prismáticos para ver la dirección a la que iban.

-¡Joder! Van directos a la peor zona.

Tom agarró una granada y la tiró al aparcamiento. El pequeño grupo se quedó paralizado al ver la explosión y aun más confuso al ver a un loco que les hacía señales desde un tejado. Finalmente decidieron que mejor arriesgarse con un loco vivo que con un loco devorador de hombres. Corrieron hacia la fábrica. Tom limpió la zona hasta la entrada. Agarró un subfusil y bajó las escaleras. Corrió hacia la puerta más cercana al grupo. Por el camino recordó que debía pasar por el pasillo donde aquél ser estaba encerrado. Se le heló la sangre. Reanudó la marcha con el corazón latiendo con fuerza. Metió la llave en la cerradura. El ser estaba en frente mirándolo, esperando o al menos eso le pareció. Tom abrió la puerta y rápidamente le disparó a la cabeza esparciendo sus sesos por todo el suelo. Cuando pasaba junto a él, se percató de que llevaba un mono de trabajo, debía ser algún contratista que se quedó haciendo horas extras, pero ¿cómo se infectaría?, debió ser antes. En cualquier caso apartó esos pensamientos de su mente y corrió hacia la puerta exterior, el grupo no estaba a salvo afuera. Abrió la puerta y disparó a todos los seres que se acercaban. El grupo compuesto por dos ancianos, varios jóvenes, un niño y dos soldados se acercaron corriendo. Tom afinó la puntería y acabó con un ser justo cuando agarraba por el pelo a una joven. Los soldados debían estar sin munición porque en ningún momento escuchó disparos. Por fin llegaron a la puerta. Tom cerró con llave y les ordenó acompañarles. Una joven gritó al ver al ser tirado en el suelo. Tom agarró la llave y cerró la puerta de seguridad. Una vez a salvo se relajó y los miró. Uno de los soldados le dio la mano.

-Hola me llamo Dexter pertenezco a la Guardia Nacional.

Tom lo miró confuso.

-Os vi por la tele, os dieron una buena.

Dexter bajó la mirada.
-Así es, salvo Jimmy y yo acabaron con todos.
-Veo que recogisteis supervivientes- comentó Tom.
-Son los pocos que encontramos con vida.

Tom los miró otra vez.

-Bueno pues ¡bienvenidos a mi fábrica de armas particular!

Dexter lo miró con los ojos como platos.

-¿Has dicho?, ¿fábrica de armas?
-Sí, lo cierto es que la estaban cerrando, cuando todo esto pasó. La mayor parte se trasladó la semana pasada, pero aún queda un auténtico arsenal. Todas las puertas exteriores e interiores están cerradas. Si seguís este pasillo hacia la izquierda os llevará hacia la sala de seguridad y hacia la derecha a la cámara donde están las armas. Os aconsejo que vayáis a la sala de seguridad hay un gran sillón donde podréis descansar algo, después bajaré al comedor de la fábrica, estoy seguro de que aún debe haber algo de comer.
-¿A dónde vas tú? - Preguntó Dexter.
-Voy a la azotea, a ver cómo está el patio.

Tom subió la escalera y se asomó con sigilo, procurando no dejarse ver. Fuera en el aparcamiento la muchedumbre se había diseminado. Algún ser deambulaba en las sombras, pero por lo demás las calles estaban tranquilas. A lo lejos seguían ardiendo algunos edificios, ya no había movimiento en el cielo, los helicópteros debían haberse marchado lejos de allí. Un ruido tras él le sobresalto, se volvió rápidamente apuntando con el subfusil. Era una joven. Ella sobresaltada lo miró.

-Perdona soy Jean, quería darte las gracias, de no ser por ti ese ser me habría devorado.
-Vaya, tu eres la chica a la que le querían hacer un corte de pelo. No hay de qué.

Tom volvió a mirar a la calle. A lo lejos empezaba a verse movimiento. Decenas de cuerpos renqueantes se acercaban con torpeza y sin disimulo alguno.

-¡Mierda! Esas putas criaturas no se cansan nunca - Gritó Tom.

Entonces escuchó un ruido ensordecedor. Varios cazas surcaron el cielo llenando la noche con los estruendos de sus misiles. Las explosiones iluminaban las calles, los edificios ardían y se derrumbaban. Parecía como si quisieran demoler la ciudad entera para acabar con esas criaturas, pero eso no serviría de nada, pensó Tom. Siempre quedaría alguno en alguna alcantarilla, bajo los escombros, aunque acabaran con la mayoría, unos pocos supervivientes podrían provocar la infestación otra vez. Tom agarró un fusil que tenía lanzagranadas y disparó al aire justo cuando un avión venía en su dirección. Tom vio cómo el piloto hacía un giro inesperado que daba a entender que había visto la explosión, pero ¿habría entendido el mensaje? El ruido atrajo a más y más seres, cuando los aviones dejaron de bombardear, las calles estaban llenas de miles de ellos. Y ahora todos parecían dirigirse a la fábrica. Tom mandó a Jean abajo y le ordenó que avisara a los demás para que cogieran todo el armamento que pudieran cargar y subieran al tejado. De ponerse mal las cosas, la azotea sería el sitio más seguro. Cuando todos subieron Tom recordó que apenas si tenían comida, pero los ruidos en la parte de abajo llamaron su atención. Se acercó a uno de los laterales de la azotea y después miró el resto de posiciones. La cosa se ponía mal. Los seres estaban intentando entrar por todas las puertas, no tenían mucha fuerza pero eran tantos, que ejercían demasiada presión sobre las puertas y no todas estaban diseñadas para aguantar mucho. Pronto escuchó como reventaban una de las puertas traseras. Ni siquiera las puertas con cristales blindados aguantarían mucho, y el tiempo acabó dándole la razón. Se escuchaba ruido de cristales rotos y pasos torpes tropezando en la oscuridad. ¡Mierda! Agarró su arma y disparó a los goznes que sostenían la pequeña escalera que daba acceso a la azotea. Tom miró al grupo.

Ahora esos engendros no lo tendrán fácil para subir, pero como se amontonaran abajo, esos desgraciados podrían escalar. Cerró la tapa y la atrancó. Lentamente se fue retirando a un rincón de la azotea y se sentó en el suelo. Se llevó las manos a la cabeza y se tapo los ojos. Necesitaba pensar. El resto del grupo se estaba poniendo nervioso al escuchar tan cerca a los seres. Tom cogió su pistola y la miró fijamente, pensó en pegarse un tiro y terminar de una vez con aquella pesadilla, al fin y al cabo él no era responsable de aquella gente ya había hecho demasiado por ellos.

Bajo la azotea se escuchaban los lamentos y pisadas. No tardarían mucho en encontrar la manera de subir. Todos estaban asustados y miraban fijamente a Tom.

-¿Qué hacemos ahora? -Pregunto Dexter.

Tom lo miró incrédulo.

-Y ¿me lo preguntas a mí? Tú eres el soldado, que quieres que haga yo.

Dexter lo miró.

-Sí, es cierto, soy soldado. Pero yo no he sabido proteger a esta gente, ni a mis amigos, el único que ha sabido ser un líder y salvarnos el pellejo a todos eres tú. Me da igual que locura se te ocurra, tu dinos que hacer y todos te seguiremos.

Tom se rascó la cabeza con la pistola.

-Tío, no soy un líder ni quiero serlo. He tenido suerte y hasta ahora hemos sobrevivido pero eso es todo, a partir de aquí deberéis buscaros la vida. En lo que a mí respecta cuando se acerquen esas cosas me volaré la cabeza. No tengo ninguna razón para seguir luchando.

Dexter maldijo en silencio y se alejó de allí. La trampilla de la azotea comenzó a zarandearse, de alguna manera habían conseguido llegar arriba. Dexter miró a Tom que ya le había quitado el seguro a su arma y con un guiño le indicó que todo se acababa. Fue en ese momento cuando un niño se sentó junto a Tom.

-Señor usted nos va a salvar de esas cosas, ¿verdad?

Tom lo miró.

-Hijo yo no sé qué puedo hacer….

El niño lo miró entre lágrimas.

-Entonces ¿nos van a comer?

Tom se maldijo a sí mismo. Se levantó, acarició la cabeza del chico y le dijo.

-Nadie te va a comer mientras yo esté aquí.
El niño se abrazó a su pierna y sonrió. Tom miró a Dexter.

-Quiero que todos carguéis las armas y la comida, quitad los seguros y estad alerta. Bajaremos a la azotea inferior, desde allí hay una escalera que da acceso a un patio trasero donde está aparcada una furgoneta. Las llaves están en la guantera. Dexter acompáñalos y asegúrate de que lleguen vivos. Y otra cosa. Si en diez minutos no estoy abajo sácalos de aquí.

Dexter lo miró, dudando. Tom captó su nerviosismo.

-¿No querías un puto líder que diera órdenes? pues ¡obedece!

Dexter asintió, se acercó a él y le dio un fuerte abrazo. Tom vio cómo el grupo se alejaba escaleras abajo. Los vio caminar por la azotea inferior y bajar hasta el patio. Dexter y el otro soldado aseguraron la zona mientras el resto subían a la furgoneta. Sin encender el motor ni las luces esperaban allí. Pero los seres rompieron la trampilla y comenzaron a subir. Tom los acribilló sin compasión, corrió hacia la escalera pero comprobó que la azotea inferior y el patio comenzaban a llenarse de criaturas. Estaba atrapado. La furgoneta se puso en marcha y se alejó de allí rápidamente. Ahora estaba atrapado y solo. Trepó por una chimenea lo más rápido que pudo, con horror, vio como se le caía la bolsa con la munición extra. Ya sólo tenía un cargador y la pistola. Siguió subiendo hasta que ya no tenía escapatoria. Uno a uno fue eliminando a todos los seres que conseguían trepar. Pero pronto se quedo sin balas. Tiró el fusil contra la cabeza de uno, consiguiendo desestabilizarlo y hacerlo caer. Pero vio como se volvía a levantar. Sacó su pistola y se la puso en la cabeza, no quería morir pero mejor una bala que ser devorado. Apretó el gatillo. Tom apretó los ojos, pero nada sucedió. Saco el cargador y comprobó que estaba vacío.

-¡Dexter! - Gritó.

Dexter circulaba lo más rápidamente posible con las luces apagadas, atropelló a varias criaturas en su camino de huida. El grupo estaba muy disgustado por abandonar de esa forma a su salvador, pero comprendían que no había otra opción, si se hubieran quedado, habrían muerto todos allí. Dexter suspiro aliviado al comprobar que había acertado con la  ruta y ahora se alejaban de la ciudad por una carretera secundaria.

Atrás después de unas cuantas horas de viaje, la mayoría estaban dormidos. Algunos no podían ni pensar en cerrar los ojos del miedo que tenían y Dexter apretaba los suyos para intentar ver mejor la carretera y sobre todo no dormirse. Fue entonces cuando dos Jeep salieron a su encuentro. Varios hombres se acercaron a ellos apuntándolos con sus armas. Dexter les gritó su rango y número. Los soldados inspeccionaron la furgoneta y los condujeron a su base. Dexter se enteró de que el ejército iba a bombardear la ciudad hasta no dejar piedra sobre piedra. Todos se miraron, nadie quiso admitirlo pero todos pensaban en Tom. Solo, abandonado y encima si no lo mataban los zombis lo haría el bombardeo.

Un helicóptero se aproximaba.  Unas pequeñas luces delataban su posición. Lentamente se acercaba hasta que acabó posándose cerca de ellos. Varios soldados saltaron del helicóptero. Tras ellos apareció un hombre. Todos los del grupo se quedaron asombrados. El niño del grupo salió corriendo hacia el helicóptero. Allí con cara de pocos amigos y con un puro en la boca estaba Tom. El niño se le agarró a la pierna, Tom lo cogió en brazos. El grupo entero corrió hacia él entusiasmados al verle con vida.

Dexter se acercó a Tom y le puso una mano en el hombro.

-Tío eres duro de pelar.

Tom le sonrió.

-Y tú un ¡cabrón! La próxima vez que me abraces, revisaré el cargador de mi pistola, no me quedó otra que ingeniármelas para escapar. Bueno ahora veamos la fiesta. Todos se giraron al escuchar los aviones, esta vez no eran cazas sino bombarderos. La noche se iluminó a la luz de las explosiones. El bombardeo fue tan intenso que durante horas la noche parecía haber dejado paso al día.

La pregunta que todos se hacían era, ¿acabarían la bombas con todos los seres?

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