...La segunda estatua avanzó una casilla.
−Dama blanca, H4
En el otro extremo del tablero un caballero templario movió
sus fuertes piernas y avanzó también una casilla
−Caballero rojo, J3
Las damas se miraban airadas mientras avanzaban por el
damero.
−Creo que está vez gano yo, jajajaja
Los caballeros templarios, más numerosos, llegaron hasta las
columnas del otro lado del tablero.
−Son vuestras_ gritó el monje, señalando a las damas
que se recogían las túnicas dispuestas a salir huyendo.
−Esta vez ha ganado, Monseñor.
Y cada caballero se adueñó de una dama.
−Este juego cada día es más divertido, Monseñor. A los
caballeros de la orden del Temple les divierte sobremanera. Así no se aburren
mientras esperan a la llegada de nuestro rey.
−Sí, lo malo es que cada día es más complicado
encontrar niñas vírgenes que nos hagan de estatuas...
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